Toda buena acción puede ser una señal de amor para el alma de alguien
El hombre que recibe una buena acción, se alegra porque alguien se ha interesado en él, alguien le ha dado lo que necesitaba, alguien contribuye a su bienestar. Haciendo todo esto, nos hacemos factores de felicidad, multiplicadores de alegría.
El amor siempre trae felicidad. Por ejemplo, la alegría de intervenir para el bien de tu semejante; es decir, lo ayudas y te alegras por haberlo hecho, multiplicando así su alegría.
El hombre que recibe una buena acción, se alegra porque alguien se ha interesado en él, alguien le ha dado lo que necesitaba, alguien contribuye a su bienestar. Haciendo todo esto, nos hacemos factores de felicidad, multiplicadores de alegría. También el Santo Apóstol Pablo escribe en su Segunda Carta a los Corintios (1, 24): “Somos trabajadores de alegría”.
Así pues, todo cristiano debe ser un obrero de felicidad.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Iubirea de aproapele – ajutor pentru bucuria vieții, Editura Doxologia, Iași, 2014, p. 34)