Toda tentación nos puede ser de provecho
Si permanecemos vigilantes, el maligno no puede dañarnos. Puede, sin embargo, involuntariamente, sernos útil, ayudándonos a avanzar en la virtud.
Cada tentación, cada problema, cada ataque del demonio, si permanecemos atentos y somos pacientes, nos puede ser de gran utilidad. ¡Con cuánta furia atacó el maligno a Job! ¿Pero consiguió doblegarle? No. Al contrario, lo llevó a alcanzar una mayor santidad y una gloria más resplandeciente.
Si permanecemos vigilantes, el maligno no puede dañarnos. Puede, sin embargo, involuntariamente, sernos útil, ayudándonos a avanzar en la virtud. Oberva lo que sucede cuando soplas una llama. Al comienzo parecerá extinguirse. Sin embargo, no sólo no se apagará, sino que terminará encendiéndose aún más.
Sin problemas, sin aflicciones, sin enfermedades, sin tristezas... ¿qué sería del hombre? Se entregaría al desenfreno y a la bebida, se revolcaría en el fango como un cerdo, olvidando completamente a Dios y Sus mandamientos. Así pues, los esfuerzos, los problemas, las aflicciones y las pruebas mantienen al hombre en un determinado estado de vigilia, deviniendo en escuelas de filosofía y ejercicios para el alma.
Así como un orfebre pone el oro al fuego para purificarlo, de igual manera Dios deja las almas en el horno de los sufrimientos, hasta que alcanzan la pureza.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele Vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, p. 30)