Todo bien viene de Dios
Si vivimos con Dios y cumplimos Su voluntad, nos veremos libres, junto con quienes nos rodean, de las tribulaciones que tenían su origen en nosotros mismos, y en nuestra forma de cumplir (o no) los mandamientos, especialmente el del amor.
El bien no es algo que venga a nosotros ante la ausencia de aflicciones, porque estas no nos faltarán hasta el final del mundo, sino (que viene) de Dios. Si vivimos con Dios y cumplimos Su voluntad, nos veremos libres, junto con quienes nos rodean, de las tribulaciones que tenían su origen en nosotros mismos, y en nuestra forma de cumplir (o no) los mandamientos, especialmente el del amor. Pero el sufrimiento no desaparece, porque tampoco nosotros avanzamos, al mismo ritmo, en el Camino del amor; es más, muchos de nosotros lo rechazamos obstinadamente. Pero esto no nos arrebatará la alegría de estar con el Señor y de vivir de la forma en que Él nos enseña, y no como nos inducen los impulsos de nuestro “yo” anterior.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Gânduri din încredințare, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 109)