Palabras de espiritualidad

Todo lo que la Santísima Virgen representa para nosotros, expresado en pocas palabras

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

“Santísima Señora mía, Deípara, Tú que eres la luz de mi oscurecida alma, mi esperanza, mi protección, mi refugio, mi consuelo y mi alegría…”.

¿Qué le decimos a la Madre del Señor? “Santísima Señora mía, Deípara, Tú que eres la luz de mi oscurecida alma, mi esperanza, mi protección, mi refugio, mi consuelo y mi alegría…”. Luego, cada uno de nosotros tendría que ser capaz de reconocer esto: la Madre del Señor es mi Señora, mi esperanza (nuestra esperanza crece cuando sabemos que ella ora por nosotros), mi protección, mi refugio, mi consuelo y mi alegría.

Esta es la ventaja que nosotros, los ortodoxos, tenemos frente a quienes no honran a la Madre del Señor, aunque tampoco la deshonren. Porque tenemos que saber diferenciar entre quienes la deshonran, es decir, quienes la difaman, y quienes simplemente no la honran. ¡Y es que hay tantos indiferentes ante todo lo que ella representa!

Nuestra ventaja, como ortodoxos, es que no podemos pensar en ser devotos a nuestro Señor Jesucristo, mientras la desconsideramos a ella. ¡Eso no es posible! Al menos en nuestra Iglesia, que es la Iglesia de los que honran a la Madre del Señor

(Traducido de: P. Teofil PărăianDaruri din darurile primite, Editura Andreiana, 2009, p. 214)