Treinta y siete años de lucha contra el maligno
Una vez, estando en su celda, sintió que un profundo sentimiento de acedia le inundaba. Entonces, decidió mudarse de aquel lugar…
En la montaña de Nitria vivió un monje llamado Natanael. Tanta era la paciencia y tanto era el fervor con que vivía en su celda, que no salía de ella para nada, ni siquiera por el hecho de que algún tiempo atrás el mismo demonio se había burlado de él. Y es que, una vez, estando en su celda, sintió que un profundo sentimiento de acedia le inundaba. Entonces, decidió mudarse de aquel lugar, y, yéndose lejos, construyó otra celda, en las proximidades de la aldea. Pero, tres o cuatro meses después, una noche, mientras oraba, escuchó un sonido extraño que provenía de afuera, como si alguien estuviera golpeando un tambor de piel de buey. Entonces, Natanael salió afuera y vio que se trataba de un hombre extraño, con el aspecto de un soldado vestido con harapos. Molesto por el ruido que hacía aquel hombre, Natanael le preguntó: “¿Quién eres tú, que te atreves a venir a mi celda a armar tanto escándalo?”. Y el hombre le respondió: “Yo soy aquel que te echó de tu celda hace unos meses. He venido a echarte nuevamente”.
Entonces, el monje entendió que el demonio se estaba burlando de él. Por eso, a la mañana siguiente tomó sus pocas pertenencias y volvió a su celda original, en la cual permaneció durante los siguientes treinta y siete años, venciendo así al demonio que antes había venido a molestarlo y a echarlo de su celda. Y vivió ahí hasta el día en que entregó su alma al Señor.
(Traducido de: Everghetinosul, traducere de Ștefan Voronca, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 203)