Un arma de inmenso valor en la lucha espiritual
Que cada uno de tus actos sea una muestra de humildad, sea que ayunes, ores, te encierres en tu celda o cumplas con cualquier trabajo de obediencia. Haz todo para Dios y no pienses que estás haciendo un bien.
«La humildad es un arma invencible contra todas las trampas del maligno. Sin embargo, adquirirla no es cosa fácil, y esto es algo duro de entender para quienes viven en el mundo. En lo que respecta a ustedes (en el monasterio), aunque se reprendan entre sí, sus palabras carecerán de credibilidad mientras no tengan la verdadera pureza de corazón.
Entonces, hermano, esmérate en poner en concordancia tu modesto comportamiento exterior, con una auténtica humildad interior. Considérate siempre el último, el peor de todos, no solamente con tus labios, sino enraizando en tu corazón ese pensamiento, y esto te llenará de paz.
Que cada uno de tus actos sea una muestra de humildad, sea que ayunes, ores, te encierres en tu celda o cumplas con cualquier trabajo de obediencia. Haz todo para Dios y no pienses que estás haciendo un bien».
(Traducido de: Ne vorbesc Stareții de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, 2007, p. 207)