Palabras de espiritualidad

Un ejemplo inmejorable de cómo debemos cultivar la paciencia

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si nos limitamos a nuestra propia acción y no ponemos nuestra esperanza en obtener algo más, y si sobre nuestra alma no soplan los vientos del Espíritu Santo ni se detiene la nube celestial, no podremos presentarle a Dios frutos dignos.

En el campo, en el huerto del labrador, como te lo demuestra San Macario de Egipto. “No solo una vez he puesto como ejemplo al agricultor, quien, después de afanarse poniendo las semillas en la tierra, además tiene que ser paciente y esperar la lluvia que viene de lo alto. Y si no aparece ninguna nube y no empieza a soplar el viento, su trabajo quedará sin provecho alguno, y la semilla yacerá en vano. También en las cosas espirituales sucede lo mismo: si nos limitamos a nuestra propia acción y no ponemos nuestra esperanza en obtener algo más, y si sobre nuestra alma no soplan los vientos del Espíritu Santo ni se detiene la nube celestial, para humedecernos el alma, no podremos presentarle a Dios frutos dignos. Oremos, pues, para que la Gracia del Señor descienda sobre nosotros”, dice él. 

(Traducido de: Preasfințitul Ieremia Zăvorâtul, Rețetar duhovnicesc sau Doctorie duhovnicească adunată din lume, Ed. Sophia, București, 2013, p. 55)

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