Un ejemplo más de los dones de los santos
“… Justamente lo que no tenemos son fuerzas. ¡Que nuestro Buen Dios te bendiga por esos pensamientos!”.
La madre M. recuerda: «Un día, tuve la gran alegría y el honor de conducir al padre Lorenzo a la iglesia. Estaba tan débil, que apenas conseguía mantenerse de pie; sin embargo, yo lo sostuve del brazo con todas mis fuerzas. Con el alma conmovida, pensé: “Señor, si tuviera las fuerzas necesarias, levantaría a nuestro bondadoso y querido padre y me lo llevaría en brazos a la iglesia, para que dirija el coro como lo hacía cuando era joven…”. Ni bien había terminado de pensar eso, cuando el padre me dijo:
—¡Eso sería posible, si tuvieras las fuerzas necesarias! Pero justamente lo que no tenemos son fuerzas. ¡Que nuestro Buen Dios te bendiga por esos pensamientos!
Y así fue como el padre Lorenzo me leyó el pensamiento…».
(Traducido de: Sfântul Lavrentie de la Cernigov, Viața, învățăturile și minunile, Editura Credința strămoșească, p. 52)