Palabras de espiritualidad

Un espléndido ejemplo de la gran diferencia entre el alma del justo y la del pecador

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

Translation and adaptation:

Los pecadores se asemejan a esas pozas del campo con agua aparentemente clara: se enfurecen con facilidad, revelando la impureza de sus pasiones, asentada al fondo de sus almas.

En los manantiales que hay en las montañas se puede encontrar brotes de agua que tienen una suerte de arena limpia, argéntea, en el fondo. Si arrojamos una piedra a esa agua, esta seguirá igual de límpida y cristalina. Por otra parte, en el campo es posible encontrar enormes charcos que parecen contener agua cristalina, pero que en el fondo están llemos de fango. Si arrojamos una piedra a esa agua, esta se enturbiará inmediatamente. Lo mismo ocurre con las personas.

Los justos son como aquellos manantiales de la montaña: no se perturban ni siquiera al ser acusados injustamente. Son personas cuya alma sigue igual de tranquila y pura, aunque alguien les arroje una “piedra”. Por el contrario, los pecadores se asemejan a esas pozas del campo con agua aparentemente clara: se enfurecen con facilidad, revelando la impureza de sus pasiones, asentada al fondo de sus almas.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim AlexievViața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 53)