Un hábito que deberíamos practicar todos los cristianos
El padre se detuvo ante la puerta de la celda y, volviéndose hacia su discípulo, le preguntó: “Bien, ¿ahora entiendes cuál es el propósito de rociar con agua bendita?”.
San Kuksha (de Odessa) recomendaba santificar todos los objetos nuevos y los alimentos con aghiasma (agua bendita), y también asperjar nuestra habitación antes de dormir. Cada mañana, al salir de su celda, lo hacía rociando todo con aghiasma. Un día, uno de sus discípulos más jóvenes le preguntó: “Batiushka, ¿por qué rocía todo con agua bendita? ¿Realmente es necesario hacerlo?”. Y él le respondió: “Es muy útil, muy útil…”. Luego de unos días, hallándose los dos en la misma celda, el padre Kuksha comenzó a asperjar nuevamente con agua bendita. En ese momento, según el testimonio del joven novicio, “¡pude ver una cosa terrible! La celda estaba llena de demonios, y estos, al ver que el padre rociaba la estancia con agua bendita, trataban de huir, pero no lo lograban, cayendo inertes uno sobre otro…”. El padre se detuvo ante la puerta de la celda y, volviéndose hacia su discípulo, le preguntó: “Bien, ¿ahora entiendes cuál es el propósito de rociar con agua bendita?”. Y el joven monje respondió: “Batiushka, ¿cómo es posible…?”. “Luego, ¿también tú los viste?”, concluyó el padre Kuksha, esbozando una sonrisa llena de afabilidad.
(Traducido de: Viața și minunile Sfântului Kukșa din Odessa, Editura Sofia, p. 38)