Un inmejorable método para el crecimiento espiritual
A veces pienso que estoy enterrado, dentro de mi ataúd, con el rostro hacia arriba e incapaz de moverme… y escucho lo que habla la gente de mí, unos elogiándome y otros renegando de mí.
Pensar en la muerte es, sin duda alguna, un espléndido método para el crecimiento espiritual. San Basilio el Grande dice que esta práctica encierra una verdadera filosofía, porque te ayuda a dejar de pecar y a no aferrarte a las cosas de este mundo. También en la Filocalia y en Evagrio Póntico encontramos que el hombre debe vivir en este mundo como si fuera a vivir mil años, comprometerse en la lucha por la vida como si fuera a vivir mil años, y desprenderse de las cosas de este mundo como si fuera a morir mañana.
Cierto es que todos tenemos determinados deberes sociales que cumplir, pero el método mencionado sigue siendo válido. También San Juan Climaco dice que pensar en la muerte es muy importante. Incluso tiene un capítulo entero dedicado solamente a este asunto. Es posible que también haya otros métodos, igual de importantes, que no implican necesariamente tener que pensar en la muerte, porque no es fácil mantener esta idea en la mente. Me acuerdo que en mi familia teníamos una expresión: “Se me olvidó… ¡como si fuera la muerte!”. Es decir, si se nos olvida pensar en la muerte, es normal que se nos olviden otras cosas más ordinarias. Y es que, realmente, pensar en la muerte no es algo totalmente normal, porque el hombre no fue creado para la muerte, sino para la vida. Luego, bien puedes dedicarte a pensar en la vida en su sentido más profundo, y no tener que pensar en la muerte.
San Juan Climaco sugiere pensar que nos hallamos ya en nuestro ataúd, como si estuviéramos muertos. Yo me puedo imaginar que estoy en un ataúd, pero vivo. ¡No puedo imaginarme cómo es estar muerto! A veces pienso que estoy enterrado, dentro de mi ataúd, con el rostro hacia arriba e incapaz de moverme… y escucho lo que habla la gente de mí, unos elogiándome y otros renegando de mí. ¡Qué sé yo lo que pasará cuando muera!
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 62)