A lo largo de toda nuestra vida, necesitaremos luchar continuamente. Como bien sabemos, la lucha es parte de la vida, es algo que no desaparece jamás. Pero cómo abordamos nuestra lucha, según qué situaciones, puede hacer la diferencia. No hace mucho tiempo escuché la historia de un hombre que sobrevivió al huracán Katrina, aunque perdió todo lo que tenía. Unos reporteros le preguntaron: “¿Cómo enfrenta el dolor de haber perdido todo?”. Y él respondió que, cada vez que empezaba a pensar en su desgraciada situación personal, buscaba a quién ayudar. Ese mecanismo lo ayudó a enfrentar el drama que estaba viviendo.

Aunque sea una cosa desafortunada, a veces es útil reconocer que siempre hay alguien en una situación peor que la nuestra. Cuando nuestros pensamientos empiecen a transformarse en sentimientos de desesperación o de abandono, lo mejor que podemos hacer es acudir a la oración y tenderle la mano a quien necesite nuestro auxilio.

(Traducido de: Rita Madden, Hrana, credința și postul. O călătorie sacră spre o sănătate mai bună, Editura Doxologia, Iași, 2018, p. 171)