Palabras de espiritualidad

Un néctar que alimenta el alma de los cristianos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Siguiendo su modelo y su sacrificio, me pregunto a mí mismo: “¿Quién es para ti San Nectario? ¿Solamente el aceite santificado con el que te unges la frente cada mañana?”.

En 2013 tuve la oportunidad de conocer a muchos jóvenes extraordinarios. Realmente, jóvenes bendecidos por Dios. Entre las preguntas y las ideas dialogadas, ¡Nectario!

¡Cuánta alegría la de los jóvenes de Iaşi!

¡Cuánta alegría la de los de Bucarest!

¡Cuanta alegría la de los de Suceava! Y también la de muchas otras comunidades que veneran las santas reliquias del santo de Pentápolis.

“Padre, ¿quién es Nectario? Padre, ¿por qué mi mamá se postra y llora ante el ícono que hay en la habitación? Padre, ¿qué bondades trae Nectario a nuestra vida? Padre, ¿Nectario significa ‘néctar’?”. Ni siquiera me acuerdo de cuántas preguntas fueron sobre ese tema.

Instintivamente, respondí a muchas de esas interrogantes de forma evasiva y compleja, como cualquier compatriota nuestro que se complica el lenguaje ante un reto, aunque uno de los grandes profesores con los que he tenido contacto alguna vez, me enseñó que una definición tiene que abarcar un determinado número de renglones, como para un diario de gran circulación, y ser entendible para todos, incluso para un pequeñito que recién empieza a ir al jardín de infantes.

¿Cómo podría yo hablarles a esos jóvenes de San Necario, cuando el internet está lleno de información, cuando hay revistas y boletines por todas partes, cuando, cada día, miles de voces elevan sus plegarias ante el ícono del santo y la veladora encendida? Y no necesariamente “¿cómo?”, sino, ante todo, “¿qué?”.

Durante algunas horas revolucioné todo mi sistema de pensamiento, mezclándolo todo, con la esperanza de que en el reloj de arena de mi experiencia el polvo se asentara y la respuesta concreta se hiciera visible, esperando que Dios pusiera en mis labios Su palabra.

¿Quién es San Nectario? ¿Quién no lo sabe? ¿Por qué lloramos ante su ícono? ¿Cómo nos ayuda? Y, además, ¿Nectario significa ‘néctar’?

Entre las preguntas de los niños de la cercana Piatra-Neamţ y los gritos de los niños de Siria, asesinados por el silencio del cristianismo asumido por el nacimiento en el cuerpo y el nacimiento en la eternidad, con el martirio, ¿no había una gran diferencia? ¡La única y la más valiosa, la libertad!

¿Cómo podría responderle yo a un niño con la carne desgarrada, quién es Nectario? Del mismo modo, ¿cómo podría responderle lo mismo al curioso niño de séptimo grado que estaba a unos metros de mí?

Entonces, formulo una respuesta “periodística”, como si un reportero, micrófono en mano, me lanzara esas mismas interrogantes. Para cada alumno que me preguntó sobre este hombre excepcional:

«Nectario es un santo del amor. Tu mamá llora, conociendo la multitud de los milagros realizados por él. Y, desde luego, “Nectario” proviene de la palabra “néctar”, y la suma de todos estos hechos es como un néctar del cual bebemos sin llegar a saciarnos.

Por esta razón y con estas breves explicaciones, me dirijo a todos mis amigos y lectores: ¡oren todas y todas a San Nectario!

Queridos niños, queridos alumnos de todas las regiones, ¡oren a San Nectario, pidiéndole que los ayude a ustedes y a todos los niños del mundo!

Y si cada uno tiene una pequeña petición para el santo, los insto a orar todos juntos, cada 9 de noviembre, al comienzo de la Divina Liturgia (…)

Quisiera responder a cada una de sus preguntas sobre San Nectario con un espíritu de paz y gozo eucarístico, pero, por el momento, me resulta difícil hablar de los milagros del amor, cuando Cristo santifica los dones sobre la mesa del Santo Altar de la parroquia donde oficio con total tranquilidad, mientras en otros lugares, como en Siria, los cristianos sueñan con un Cristo que los libre de las torturas, de las ofrendas salpicadas con sangre y lágrimas, y la apostasía se convierte en la única forma de sobrevivir, en medio de un caos provocado en el nombre de la justicia y el amor divinos.

¡San Nectario es un gran auxilio! ¡Tu mamá llora, como la mía, por cada alma perdida en un mundo del amor sacrificado en el altar del odio y la soledad! ¡San Nectario es un puerto, un muelle para nuestra vida, uno al que se aferran muchos de los cristianos que son martirizados en directo, a la hora de mayor audiencia! ¡Y, sí, Nectario es el “néctar” con el que los santos de hoy nacen probando la eternidad!».

Y, siguiendo su modelo y su sacrificio, me pregunto a mí mismo: “¿Quién es para ti San Nectario? ¿Solamente el aceite santificado con el que te unges la frente cada mañana?”.

¿Acaso mi madre llora como las mamás de los niños y jóvenes cuyo ícono se pinta con la gloria del martirio?

¿Qué bondades trae San Nectario a mi vida?

San Nectario, ¿soy digno del néctar de tus bendiciones?

P. Stefan Zaharia