Un relato que nos demuestra el valor del esfuerzo y la perseverancia en la fe
Si no nos esforzamos, no podremos tener a Dios a nuestro lado, sabiendo que Él hasta se hizo crucificar por nosotros.
Un anciano monje tuvo que pernoctar en un templo (pagano) abandonado. De inmediato vino una legión de demonios a molestarlo, diciéndole: “¡Vete de nuestra casa!”. Y el anciano les respondió: “¡Aquí no hay sitio para ustedes!”. Entonces, los espíritus malignos empezaron a arrojar todos los racimos de dátiles que el monje traía consigo como alimento. Pacientemente, este se puso a recogerlos. Viendo su perseverancia, uno de aquellos demonios le cogió de la mano, tratando de sacarlo del templo. Pero, una vez llegados a la puerta, el anciano se aferró a la moldura con la otra mano y empezó a gritar: “¡Jesús, ayúdame!”. Y en aquel instante el demonio desapareció. Emocionado, el anciano se echó a llorar. Entonces, escuchó que el Señor le decía: “¿Por qué lloras?”. Y le respondió el monje. “Porque los demonios se atreven a atacar al hombre y le hacen sufrir”. Entonces, el Señor le respondió: “En verdad, fuiste un poco ocioso... ¡porque, una vez me llamaste, me mostré ante ti!”. Todo esto nos demuestra el valor del tesón, porque, si no nos esforzamos, no podremos tener a Dios a nuestro lado, sabiendo que Él hasta se hizo crucificar por nosotros.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 89)