Palabras de espiritualidad

Un solo sentido del corazón...

    • Foto: Silviu Cluci

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Translation and adaptation:

Los sacrificios y holocaustos impuros no le agradan a Él. ¡Procuremos purificarnos con la contrición!

Un solo sentido —de todos los que hay en el corazón, en este nuestro estado de pecado— puede ser utilizado en el imperceptible servicio a Dios: la tristeza por nuestros pecados, por nuestra iniquidad, por nuestra caída, por la perdición de nuestra alma. Esa tristeza también recibe el nombre de contrición, compunción o llanto. Dice la Santa Escritura: “Tú no quieres ofrendas ni holocaustos; si te los ofreciera, no los aceptarías” (Salmos 50, 18, 19); todos y cada uno de los sentidos del corazón, por separado y en conjunto, no le agradan a Él, impuros por el pecado y desfigurados por la caída. “El sacrificio que Dios quiere es un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, Tú, oh Dios, no lo desprecias“ (Salmos 50, 18,19).

Este sacrificio aparta, como era de esperarse, todas las demás ofrendas: el sentimiento de contrición hace que callen todos los demás sentidos. Para que el sacrificio de los demás sentidos se vuelva agradable a Dios, es necesario que Su benevolencia le sea propicia a nuestro Sión, que los muros de nuestro derruido Jerusalén sean reconstruidos. El Señor es Justo y Santísimo; solamente los sacrificios justos y puros, esos que puede ofrecer el hombre sólo después de ser renovado, son agradables al Señor Justo y Santísimo.

Los sacrificios y holocaustos impuros no le agradan a Él. ¡Procuremos purificarnos con la contrición! “Entonces aceptarás los sacrificios justos -holocaustos y ofrendas perfectas-, entonces se ofrecerán novillos en Tu altar (Salmos 50, 21), esto es, los renovados sentimientos del hombre que ha renacido en el Espíritu Santo.

(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Despre înșelare, Editura Mănăstirea Piatra-Scrisă, p. 80)