Un vínculo que nos une con Dios, a pesar de todo
Sus rostros resplandecían cuando oraban. ¿Por qué? Porque se entregaban totalmente a la oración y, con ella, a Dios.
¿Qué rol determinante tiene la oración en la vida, especialmente al enfrentar el sufrimiento, como en la prisión?
—La oración es nuestro vínculo permanente con Dios. Partimos del “¡Ayúdanos, Señor!”, hasta llegar al Salmo 50. En todas nuestras oraciones, breves o más largas, que nuestro corazón se implique totalmente en lo que pronunciamos con la voz.
¿Cómo oraba usted, padre, en la cárcel? Fueron más de 20 años de encierro… ¿Es posible que nos comparta este gran misterio de su corazón?
—Nuestra oración en la cárcel, como la de nuestra vida de después, brotaba limpiamente como el agua de un manantial, cuando le cuentas a Dios, directamente, todo lo que te duele. Y sentías que todo el tiempo Dios te escucha y te ayuda a soportar el sufrimiento.
¿En esos años de encarcelamiento, conoció a personas que oraran mucho, con lágrimas?
—Sí. Recuerdo a dos campesinos: Tudor Popescu y Ion Moldoveanul. Sus rostros resplandecían cuando oraban. ¿Por qué? Porque se entregaban totalmente a la oración y, con ella, a Dios.
(Traducido de: Părintele Dimitrie Bejan, Bucuriile suferinței. Evocări din trecut, Cartea Moldovei, Chișinău, 1995, pp. 6-7)