Una breve reflexión sobre la humildad y la salvación
”Lo mismo debes hacer tú, procurando quedarte a la altura de los pies de los demás, si quieres llenarte de resplandor en el Reino del Padre Celestial”.
Cierto día, encontrándome en la tiendecita del monasterio, por casualidad observé un clavo que había arriba, en la pared, completamente oxidado. Y, al bajar la mirada, noté justo junto a mis pies, en el suelo, otro clavo, cuya “cabeza” brillaba de lo pulida y desgastada que estaba. En ese momento se me ocurrió una semejanza con nuestra propia vida: si no nos pulimos como ese clavo, no podremos resplandecer en el Reino de los Cielos.
Porque quien se halla en un en escalón alto, usualmente se llena de óxido y todos le ven, pero nadie puede acercársele para limpiarlo, y tampoco pueden advertirle —debido a la altura en la que se halla— que está sucio. Al contrario, todos le miran, algunos con aprecio, pero ocultándole el verdadero estado en que se encuentra.
Sin embargo, el que se mantiene en un escalón inferior, más bajo que los demás, es constantemente limpiado e inclinado por todos, y aunque su “cabeza” se vaya desgastando, cada vez brillará más y nunca se llenará de óxido..”Lo mismo debes hacer tú, Jorge”, me dije a mí mismo, “procurando quedarte a la altura de los pies de los demás, si quieres llenarte de resplandor en el Reino del Padre Celestial”.
(Traducido de: Stareţul Gheorghe din Zadonsk, Jurnalul unui zăvorât, Ed. Sophia, 2013, p. 53-54)