Una buena recomendación para ahuyentar los malos pensamientos al orar
Cada vez que, viéndome asaltado por los pensamientos impuros, he empezado a hacer inclinaciones y postraciones, acompañadas de un sincero llanto de compunción, el auxilio de Dios no ha tardado en llegar.
Cuando, al realizar nuestro canon de oraciones, sentimos que nuestra mente es atacada por cualquier clase de pensamientos impuros, nos resulta realmente difícil seguir repitiendo oraciones largas. Es entonces cuando debemos empezar a rezar con oraciones más cortas y reiterativas; lo preferible sería hacerlo entre lágrimas de contrición, con mucha humildad. En mi caso, el canon fue de gran provecho, aunque después me afectó mucho, porque es complicado intentar repetir oraciones largas cuando el maligno viene a tentarte. Así, es mejor una oración breve pero insistente. Sumado a esto, tenemos que acostumbrarnos a ser indulgentes con los demás, pero severos con nosotros mismos. Así, el Espíritu Santo no solo no nos abandonará, sino que también nos ayudará.
Cada vez que, viéndome asaltado por los pensamientos impuros, he empezado a hacer inclinaciones y postraciones, acompañadas de un sincero llanto de compunción, el auxilio de Dios no ha tardado en llegar. ¿Cómo sucede esto? Primero viene la lucha, y si dices: “Señor Jesucristo…”, hay momentos en los que el Espíritu Santo atraviesa tu corazón y no puedes dejar de llorar; y, con ese llanto, con esa lucha, si vences los pensamientos con el auxilio divino, pronto notarás cómo va creciendo tu añoranza de Dios y tu necesidad de seguir suspirando y llorando. Y entonces huye el demonio, y también huyen las pasiones...
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Făgăraș, 2010, p. 33)