Palabras de espiritualidad

Una explicación a los peligros que hoy en día enfrenta el pueblo cristiano

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

También en nuestros días existen los madianitas. Como dice Nilo el Asceta, son todos aquellos que inducen a la gente al desenfreno, para someterla y dominarla de mejor manera.

Hay un episodio del Antiguo Testamento que explica muy bien qué ocurre con la mayor parte del mundo cristiano de la actualidad. En el libro de Números, capítulos 25 y 31, ve­mos lo que hicieron los madianitas, un pueblo pagano, cuando entendieron que no tenían ningún poder sobre el pueblo de Israel, al que Dios Mismo auxiliaba, defendía y guiaba. Siguiendo el consejo de Balaam, los madianitas embaucaron a los israelitas, induciéndolos a caer en el desenfreno, “pecando con las mujeres de Moab. Así, habiendo pecado con dichas mujeres, los hebreos fueron instigados a practicar la idolatría; es decir, los llevaron a servir y a adorar unos dioses que no eran sino la personificación de las pasiones más bajas. Y, todo esto, para apartarlos más de Dios y atraer Su ira sobre ellos. Sin la fuerza de la diestra del Altísimo, el pueblo israelita se convirtió, así, en una presa fácil, que podía ser vencido y sometido a la esclavitud.

También en nuestros días existen los madianitas. Como dice Nilo el Asceta, son todos aquellos que inducen a la gente al desenfreno, para someterla y dominarla de mejor manera. ¿Y quién es hoy el pueblo de Dios, sino los cristianos, aquellos que han recibido la nueva alianza sellada con la misma sangre del sacrificio de Cristo, aquellos que son bautizados y comulgan con Su Cuerpo y Sangre?

En consecuencia, este es el sentido oculto de todas las políticas de depravación de la juventud, más allá de su eficiencia en el proceso de manipulación política y económica. A partir de esto nos podemos explicar por qué la primera ley que se emitió en nuestro país, después de la caída del régimen comunista, fue la liberalización de los abortos. Toda la propaganda que, a partir de 1990, vino a inundar los quioscos, los canales de televisión y los diarios, no ha tenido más efecto que el alejamiento de la Gracia de Dios, privando al pueblo creyente del más importante de sus pilares. ¿Es que el hecho de haber elegido antes la ayuda y las recomendaciones del Consejo Europeo y otros organismos internacionales, que el cumplimiento de las enseñanzas de Cristo, no es la explicación de la pobreza, las enfermedades y todas las tribulaciones que azotan a nuestro pueblo en la actualidad?

(Traducido de: Războiul desfrânării ne-a secătuit puterile, dar bunul Dumnezeu, singurul, ne poate ajuta, Gheorghe Fecioru, Presa Ortodoxă, nr. 9, 2009, p. 3)