¡No puede ser que haya desorden en la sociedad y, al mismo tiempo, orden en la familia! Actualmente, la familia se halla sometida a fuertes pruebas, al igual que el resto de valores. Unos no tienen y por eso se rebelan. Otros tienen demasiado y por eso se agitan también. Un emperador ruso decía, mostrando los dedos de su mano derecha. “Este es mi hijo Fiódor, esta es mi esposa Irina, esta es mi nuera, esta es mi mamá, este es mi hermano. No importa cuál de ellos me corte, porque necesariamente me dolerá con la misma intensidad. ¡No importa a cuál de ellos dañe, porque inevitablemente tendré que arrepenturme por ello!".

(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Editura Eikon, p. 39)