Palabras de espiritualidad

Una línea directa con los santos

  • Foto: Magda Buftea

    Foto: Magda Buftea

¿Quién no quisiera tener una línea directa con los santos? ¿Quién de nosotros no se ha sentido huérfano, ante la muerte de algún padre espiritual contemporáneo? ¿Quién no se ha sentido solo?

Es importante saber que, según sea la medida de nuestro esfuerzo, así también será el auxilio de los santos en nuestra vida. Un ejemplo de esto lo encontramos leyendo la vida del stárets Jacobo Tsalikis, uno de los venerables y milagrosos padres espirituales del siglo pasado. Fue stárets del Monasterio de San David (de Eubea) entre los años 1975 y 1991. Cuando recién había llegado al monasterio, San David se le apareció. Desde entonces fue testigo de un sinfín de milagros obrados por el santo. El stárets Jacobo hablaba con el Venerable David como si estuviera a su lado, y este le respondía con un sinnúmero de acciones milagrosas. Recordemos algunas de ellas:

Un hombre llamado Constantino Ghinis se enteró de que tenía cáncer de hígado, mientras vivía en Inglaterra con su familia. Al enterarse de los milagros del Venerable David, llamó al stárets Jacobo y le pidió orar por él, y después se dispuso a hacer todo lo posible para llegar en peregrinación al monasterio de Eubea. A las pocas semanas, consiguió visitar aquel santo lugar. Luego de ser bendecido con las reliquias de San David, la noche siguiente vio cómo este se le aparecía, acercándosele con afecto, y después de preguntarle sobre su enfermedad, le dijo “El padre Jacobo, stárets del monasterio, me ha hablado de ti”. Después le hizo la Señal de la Cruz justo sobre la zona del hígado. El hombre sanó en ese mismo instante. Pero no sólo dicha sanación es importante, sino también el testimonio directo del Venerable David sobre el denuedo y perseverancia del stárets Jacobo al pedirle su auxilio para resolver los problemas de los fieles. Después de su muerte, ocurrida en 1991, el mismo stárets Jacobo empezo a mostrarse en apariciones, ayudando a los fieles en situaciones de necesidad, y algunas veces obrando en conjunto con San David.

Otro griego, llamado Emanuel Emanuilidis, nos ofrece un testimonio impresionante. «Cuando murió el stárets, yo estaba en mi oficina... Al enterarme de su deceso, sentí que una tristeza indescriptible me inundaba. Así, dije: “El padre Porfirio ya no está con nosotros, tampoco el padre Paisos... ahora también se ha ido el más accesible de todos, nuestro stárets, el padre Jacobo”. Y, entre orando y meditando, me vino un pensamiento. Recuerdo que me hallaba en un estado como de vigilia, no necesariamente de sueño. Era como un estado intermedio entre ambos. Y dije (no en oración): “Nos hemos quedado huérfanos. Ya se han ido todos ustedes. ¿Qué es lo que sigue de aquí en adelante?”. En ese momento, se me apareció el padre Jacobo, con una gran sonrisa, y me respondió: “Hallándome en el mundo, también yo oraba de rodillas con ustedes. Pero, ahora, cuando estoy aquí, en lo alto, ¿para qué habría de orar por mí? A partir de hoy tienes un intercesor directo”. Esas palabras me sobrecogieron.

Una semana entera me estuvo martillando el recuerdo de las palabras del stárets Jacobo. Finalmente, se me volvió a aparecer, sonriente y lleno de vida, para decirme: “No temas. A partir de ahora tienes una línea telefónica directa... ¡Sólo tienes que mantener tus pilas bien conectadas, y nunca se agotarán!”.»

¿Quién no quisiera tener una línea directa con los santos? ¿Quién de nosotros no se ha sentido huérfano, ante la muerte de algún padre espiritual contemporáneo? ¿Quién no se ha sentido solo? Las palabras del stárets Jacobo nos demuestran que estos grandes padres, partiendo al Señor, han devenido en grandes mediadores por nosotros. Sólo debemos “mantener las pilas bien conectadas”.

(Traducido de: Viaţa şi minunile Cuviosului David din Evvia, ediţie îngrijită de părintele Ignatie Dumitrescu, Editura Egumeniţa, p. 30-33)