Una mujer con alma hermosa es una bendición para su esposo
Preparemos a la mujer para que se bella para Dios, no para nosotros. No busquemos bienes en ella, ni una buena familia, sino la nobleza de su alma.
Busquemos en la mujer su mente y un corazón bueno, pensamientos sensatos y mansedumbre. Estas son las señales de la belleza interior. No busquemos la belleza de su cuerpo, tampoco la culpemos por aquello que está fuera de su alcance. De hecho, no la culpemos por nada –esto sólo lo hacen los muy atrevidos– ni la agitemos, ni nos enojemos con ella. ¡Cuántos, al lado de alguna mujer hermosa, destruyen completamente su vida, mientras que otros, conviviendo con alguna que no lo es tanto, consiguen llegar, con alegria, a la más avanzada vejez?
Limpiemos la manchas interiores, sanemos las heridas de dentro, eliminemos todas las impurezas de nuestra alma. Tal es la belleza que Dios busca. Preparemos a la mujer para que se bella para Dios, no para nosotros. No busquemos bienes en ella, ni una buena familia, sino la nobleza de su alma.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cateheze maritale. Omilii la căsătorie, traducere din limba greacă veche de Preot Marcel Hancheş, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2004, p. 42)