Palabras de espiritualidad

Una oración profunda es un silencio profundo

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Recuerda: ¡hagamos lo que hagamos, siempre estaremos en deuda con Dios!

A mí no me interesa, querido mío, cuántos acatistos y paráclesis leas de rodillas. Lo importante es dirigir tu corazón a Dios, no sólo hablar, porque, finalmente, una oración profunda es un silencio profundo. No sigas la consigna: “¡Vaya, cuánto oré hoy!”. ¿Sabes qué pasa cuando oras siguiendo ese “principio”? Comienzas a pensar: “Señor, hoy hice no sé cuántas oraciones... ¡He orado más que muchísimas personas!”. Recuerda: ¡hagamos lo que hagamos, siempre estaremos en deuda con Dios! Más bien piensa en cuánto nos ama el Señor. Si sabes que Él te ama, tu deber es sólo estar presente, porque la oración es un medio muy beneficioso, pero esa diligencia es ya un propósito alcanzado.

Y no caigas en el terrible error de pensar: “¿Acaso sólo voy a irme al infierno?”. Hasta ese punto llega el maligno, sembrándote semejantes pensamientos. Mientas más caigan al infierno, más grande será su sufrimiento. Y, otra cosa: ahí (en el infierno) no pueden verse el uno al otro...

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ediția a doua, volumul III, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 119-120)

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