Palabras de espiritualidad

Una verdadera desviación del camino a la salvación

    • Foto: Constantin Comici

      Foto: Constantin Comici

Respuestas ofrecidas por el Dr. Constantin-Iulian Damian, de la Cátedra de Historia y Filosofía de las Religiones, de la Facultad de Teología Ortodoxa ‟Dumitru Stăniloae“ (Iaşi, Rumanía).

Todos sabemos que nuestra Iglesia se opone a las prácticas relacionadas con el yoga. ¿Por qué no son permitidas?

—Los motivos por los cuales la Iglesia se opone a las prácticas relacionadas con el yoga son tan numerosos, que resultaría imposible presentarlos exhaustivamente en algunas líneas, así que expondré solo algunos argumentos. El yoga no es una forma de gimnasia terapéutica ni una simple psicotécnica que busca procurar la paz interior, sino una práctica religiosa específica de las creencias orientales, fuertemente atada a su contexto doctrinario y conceptual, que contradice los fundamentos del cristianismo. Por ejemplo, el yoga implica la idea de reencarnación, determinada por el karma acumulado en las vidas anteriores. El yogui tiene como propósito final su liberación de la cadena de reencarnaciones y sumergirse hasta la inexistencia en el Absoluto impersonal. Tomando en cuenta solamente esto, es evidente que el yoga contrasta en sus puntos basales con la teología, la antropología y la soteriología del cristianismo, de manera que cualquier aproximación del creyente a esta práctica implica un alejamiento de la verdad de la fe de nuestra Iglesia. En consecuencia, la actitud de la Iglesia ante el yoga no puede ser sino la misma que ante otras desviaciones del camino a la salvación.

¿Cuáles son los efectos negativos de las prácticas yoga?

—Los efectos negativos de estos ejercicios son evidentes en el plano social, médico y espiritual. Desde el punto de vista social, el practicante del yoga se auto-aísla. La relación con los demás miembros de su familia, sus amigos o sus colegas pierde toda importancia para él. El yoga y los otros sistemas ascético-místicos orientales implican una importante dosis de egoísmo. A diferencia del cristiano auténtico, al yogui no le importan sus semejantes y nunca lo verás orando por ellos, porque su único propósito de vida es la propia realización por medio de la meditación; por eso es que no le queda “sitio” para los demás. Desde un punto de vista estrictamente médico, la práctica de los regímenes alimenticios de los yoguis ha llevado a muchos a enfermarse, instaurando graves y a veces irreversibles desequilibrios en el organismo.  Pero los efectos negativos más serios del yoga sobre la salud ocurren en el campo de la psique, lo que ha llevado a que no solamente la Iglesia tenga una actitud negativa ante tales prácticas, sino también muchos psicólogos y psiquiatras. Estos últimos han constatado que el yoga provoca graves perturbaciones psíquicas en algunos de sus practicantes, como delirios, alucinaciones, dificultades para concentrarse, ansiedad, agitación, etc. Para muchos, tales estados patológicos han requerido el auxilio de especialistas, implicando el internamiento en hospitales psiquiátricos, en tanto que a otros los ha llevado al suicidio. Y la incidencia de estos casos no es tan reducida, como algunos maestros yoguis quieren hacernos creer, porque muchos de nosotros conocemos personas que, luego de haber comenzado a practicar el yoga, se han vuelto irreconocibles, y no en el sentido positivo de la expresión. Desde el punto de vista espiritual, el yoga representa realmente una desviación en el camino a la salvación, un andar a ciegas por terrenos sinuosos y tenebrosos, carentes de una finalidad auténtica. Y mientras más se adentra en esos caminos, más se aparta el hombre de Cristo, Quien es “el Camino, la Verdad y la Vida”, y de la salvación, que no puede ser alcanzada sino por medio Suyo.