A veces una riña puede ser santa
¿Han visto? ¡Qué disputa santa, qué forma de bendita oposición!
Cierta vez, en Milán, un erudito temeroso de Dios encontró una bolsa conteniendo doscientas monedas de oro. Inmediatamente, comenzó a anunciarlo por todas partes, en la iglesia, en el mercado, en la plaza, esperando que el dueño de aquel dinero viniera a recobrarlo. Así, al poco tiempo apareció el propietario de las monedas, y después de demostrar la legitimidad de su reclamo, aquel erudito se las devolvió. Como muestra de agradecimiento, el dueño del dinero quiso darle veinte monedas a su benefactor, pero éste rehusó recibirlas. Le ofreció entonces diez, pero nuevamente se topó con la negativa del otro. Insistió, esta vez con cinco, pero aquel sabio siguió en sus trece.
Entonces, enfurecido, el dueño de las monedas arrojó la bolsa ante los pies del erudito, diciendo: “¡Si no quieres recibir lo que te ofrecí, tómalo todo, que no estaré perdiendo nada!”. Afectado, el sabio tomó algunas cuantas monedas y las repartió entre los pobres que había en la calle. El Beato Agustín de Hipona decía: “¿Han visto? ¡Qué disputa santa, qué forma de bendita oposición!...”.
(Traducido de: Proloagele, volumul 1, Editura Bunavestire, p. 86)