Ven a la Iglesia y borra tu falta
No importa cuantas veces caigas en el camino: levántate siempre. No importa cuántas veces peques: arrepiéntete siempre. Y aunque peques hasta en la vejez, arrepiéntete y ven a la Iglesia.
¿Pecaste? Ven a la Iglesia y borra tu falta. No importa cuantas veces caigas en el camino: levántate siempre. No importa cuántas veces peques: arrepiéntete siempre. No pierdas la esperanza, no dejes de perseverar, no pierdas la esperanza en las bondades celestiales que han sido preparadas para nosotros. Y aunque peques hasta en la vejez, arrepiéntete y ven a la Iglesia, que es un hospital, no un tribunal. Aquí se otorga perdón, no se piden responsabilidades por los pecados. Dile a Dios. “Te he fallado y frente a Tí he actuado mal” (Salmo 50, 4), y te perdonará. Demuéstrale tu arrepentimiento y Él se apiadará de tí. Porque hay cosas que dependen de nosotros y otras que dependen de Dios. Si hacemos lo que depende de nosotros, Dios hará también lo que depende de Él.
Así pues, ya que el Señor nos ama tanto, no seamos indiferentes en lo que respecta a nuestra salvación. Nos espera el Reino de los Cielos, algo que ningún ojo ha visto ni oído alguno ha escuchado, mucho menos ningún corazón se ha elevado hacia allí. ¿Acaso no deberíamos hacer todo lo posible para no perderlo? ¿No deberíamos dar algo, aún ínfimo, para alcanzar eso que es inmenso e invaluable? Arrepintámonos, entonces, acostumbrando nuestras manos a dar, haciéndonos humildes, sufriendo, llorando. Todo esto es insignificante. Grande, más allá de nuestras propias fuerzas, es lo que nos dará Dios: el paraíso y el Reino de los Cielos, al que espero podamos entrar todos, con Su gracia.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură-de-Aur – Problemele vieţii, Editura Egumeniţa, p. 88)