Vienen tiempos difíciles...
Dios permitirá que ocurra una sacudida fuerte. Vienen tiempos difíciles. Nos tocará enfrentar duras pruebas... Tomen estas palabras en serio, vivamos espiritualmente. Y es bueno que hagamos esto con alegría y buena voluntad, no con enojo y por necesidad. Muchos santos hubieran querido vivir estos tiempos para esmerarse en la virtud.
Dios permitirá que ocurra una sacudida fuerte. Vienen tiempos difíciles. Nos tocará enfrentar duras pruebas... Tomen estas palabras en serio, vivamos espiritualmente. Y es bueno que hagamos esto con alegría y buena voluntad, no con enojo y por necesidad. Muchos santos hubieran querido vivir estos tiempos para esmerarse en la virtud.
Yo me alegro cuando algunos me amenazan con que me van a eliminar porque hablo y les arruino sus planes. A veces, estando en mi celda cuando es de noche, escucho que alguien salta la cerca... y mi corazón late con serenidad. Mas cuando, minutos después, escucho que me dicen: “¡Vino un telegrama, Padre, le piden oración por tal enfermo!”, me digo a mí mismo, “¿Eso era todo? ¡Otra ocasión perdida!”. Y no es que la vida me resulte pesada, sino es que la muerte representa para mí alegría. Alegrémonos, pues, porque en nuestros días tenemos esa oportunidad. Esto representa una recompensa enorme.
Hace mucho, cuando comenzaba alguna guerra, todos partían a defender a la Patria. Hoy no salimos a defender a la Patria o a luchar para que los bárbaros no ardan nuestras casas y deshonren a nuestras hermanas; tampoco luchamos por una generación o alguna ideología. Ahora luchamos por Cristo o por el maligno. El frente está claro. En tiempos de la ocupación alemana, te convertías en héroe si no saludabas a un invasor. Ahora eres un héroe si no saludas al maligno. De todas formas, nos tocará ver sucesos estremecedores. Tendrán lugar cruentas luchas espirituales. Los santos se santificarán aún más y los perversos se pervertirán todavía más. Con todo, en mi interior siento un consuelo. Sólo nuestro esfuerzo cuenta, porque ya no tenemos enemigos como Hitler o Mussolini, sino al mismo demonio. Por eso tendremos una gran recompensa celestial.
¡Que el Buen Dios haga que el mal se convierta en bien! Amén.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. I Cu durere și dragoste pentru omul contemporan, Editura Evanghelismos, București, 2012, pp. 35-36)