Vivamos responsablemente, para poder recibir la felicidad eterna
¡Ah, qué felicidad le espera al hombre espiritual! El Salvador lo recibirá con bondad, con los brazos abiertos y diciendo. “¡Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu Señor!”.
¡Ah, qué felicidad le espera al hombre espiritual! El Salvador lo recibirá con bondad, con los brazos abiertos y diciendo. “¡Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu Señor!”. (Mateo 25, 21). “Conozco tus obras, tus dificultades y tu perseverancia. Sé que no puedes tolerar a los malos y que pusiste a prueba a los que se llaman a sí mismos apóstoles y los hallaste mentirosos. Tampoco te falta la constancia y has sufrido por mi nombre sin desanimarte” (Apocalipsis 2, 2-3). Esto es lo que dice el Señor: “¡Entra ahora en Mi alegría!”
El Señor le clama a los ángeles: “Ésos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen. El vencedor vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre del libro de la vida, sino que proclamaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles.” (Apocalipsis 3, 4-5).
¡Feliz de tí, querido hombre! Ahora puedes ver lo que nuestros ojos aún no han visto y oyes lo que nuestros oídos aún no han escuchado. ¡Tú sientes ahora una felicidad perfecta y eterna! Que el ejemplo de tu vida atraiga a otros a los caminos del Señor, por el bien de sus vidas y su felicidad eterna.
(Traducido de: Părintele Iosif Trifa, Oglinda inimii omului, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2009, p. 90)