La vida espiritual no es otra cosa que nuestro esfuerzo constante por mostrarnos dignos del hálito vital que Dios le dio a nuestra composición de arcilla. Nada más nos pide el Señor con las palabras del Evangelio, sino apreciar el don de la simplicidad del gesto salvador.

La complicación del esfuerzo que Dios nos pide es un defecto de nuestro sistema, es nuestra salida de la palabra redentora del Verbo. Hemos llenado de palabras el mundo, pero no podemos respetar la nuestra; hemos creado un sinfín de organizaciones y fundaciones que gestionan nuestra generosidad sistémica, nos hemos transformado en donadores y patrocinadores... La asistencia social se ha convertido más en una cuestión de expedientes que en una auténtica relación humana.

¡Volvamos a la humanidad! Ese es el clamor del Dios que no quiere perdernos porque ve que hemos perdido nuestra condición de humanos.

(Traducido de: Părintele Constantin Necula, Ce va da omul în schimb pentru sufletul său?..., Editura Agnos, Sibiu, 2013, p. 75)