Volviendo a casa después de asistir a la iglesia
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No salgamos vacíos de la iglesia. Más bien sigamos el ejemplo del erizo.
No salgamos vacíos de la iglesia. Más bien sigamos el ejemplo del erizo. Éste, cuando entra a un viñedo, primero se atiborra de uvas y, cuando termina de saciar su hambre, sacude la vid para que caigan más frutos. ¿Qué hace después? Se revuelca entre las uvas caídas, para que se ensarten en sus espinas y así llevarles esas provisiones a sús crías. Lo mismo debemos hacer nosotros, al volver a casa: ¡llevemos provisiones de las palabras del Santo Evangelio, para nuestros hijos y familiares que no hayan podido asistir a la iglesia!
(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul Românesc, Editura Episcopiei Dunării de Jos, 1998, p. 248)
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