¿Y si no puedo orar?
“Bien, ya que has entendido que me has causado un gran dolor”, le respondió el Señor, “dejaré de sentirme triste. Asi pues, ¡te pido que te alegres de hoy en adelante!”.
Cuando te resulte difícil empezar a orar, quédate un momento ante el ícono de Cristo y no digas nada. Solamente obsérvalo, y, poco a poco, Él mismo te hablará. Y te dirá: “Ya que te esfuerzas por Mí, te consolaré, vendré a tu lado, te ayudaré. ¡No te entristezcas!”.
Esto fue lo que le pasó a un monje asceta. Mientras oraba, las lágrimas empezaron a brotar abundantemente de sus ojos. En un momento dado, vio a Cristo, Quien le preguntó: “¿Por qué lloras?”. Y el monje respondió: “Porque te he entristecido, Cristo mío”. “Bien, ya que has entendido que me has causado un gran dolor”, le respondió el Señor, “dejaré de sentirme triste. Asi pues, ¡te pido que te alegres de hoy en adelante!”.
(Traducido de: Arhimandritul Athanasie, Egumenul Sfintei Mănăstiri Stavrovouni, Lumină lină și tainică în negura zilelor noastre. Starețul Gherman Stavrovouniotul, traducere de Mircea Ștefan, Editura Doxologia, Iași, 2016, p. 125)