El Señor se dirige a cada persona de una forma particular, de tal suerte que cada uno de nosotros tiene un camino propio para unirse a Dios. He escuchado sorprendentes relatos de cómo algunas personas han llegado a ese “primer amor”. A menudo, una pequeña apertura de corazón es suficiente para que Dios entre y Se revele a la persona.

El padre Sofronio contaba cómo un campesino ruso, mientras bebía vodka en una cantina, sintió un pensamiento de bien y, con este, la presencia de la Gracia de Dios. Esa Gracia le llevó a renunciar a beber más y, tiempo después, le condujo al Santo Monte Athos, haciéndose monje en el Monasterio San Panteleimón.

¡Ciertamente, los caminos de Dios son asombrosos! Puede que uno que solía robar diez veces al día empiece a hacerlo solamente nueve, y con esto Dios entre y sacuda su corazón, llamándolo a alejarse del camino del pecado.

El amor de Dios es una “locura” verdadera, pero Su “locura” es más sensata que toda la sabiduría del mundo.

(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Adu-ţi aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieţii duhovniceşti în teologia Părintelui Sofronie, traducere din limba engleză de Monahia Porfiria, Editura Doxologia, Iaşi, 2015, pp. 111-112)