Solamente en la persona santa de Dios-hombre, Cristo, se reveló la entera Verdad eterna, sin fisura alguna. Posteriormente, la búsqueda de la verdad eterna es contemplada con la revelación de la Verdad divina absoluta en el marco de los límites de la naturaleza humana. Así, de la boca de Dios-hombre, Cristo, salió la más osada afirmación hecha alguna vez por un ser humano: “Yo soy la Verdad” (Juan 14, 6). Esto significa que Dios-hombre, Cristo, como persona, es la verdad en toda Su realidad y perfección teándrica.

(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere de prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 35)