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S.A.E. Teófano: “Un pueblo que cree en Dios nunca muere”

    • Foto: George Bosancu

      Foto: George Bosancu

Al finalizar la Divina Liturgia de ayer, 14 de octubre, el Metropolitano de Moldova y Bucovina hizo tres exhortaciones a los fieles presentes y a los peregrinos que esperaban su turno para pasar a venerar las reliquias de la Protectora de Moldova y las de San Jorge el Peregrino.

«Quisiera poner en el alma de cada uno de los presentes tres pensamientos, que quizás para algunos podrían convertirse en una clase de promesa o compromiso. En primer lugar, no perder la esperanza en nuestro Todopoderoso y Misericordioso Dios, porque dice el salmista: “Si Dios no edifica la casa, en vano se afanan los constructores”. Si Dios no protegiera la casa, en vano nos afanaríamos quienes creemos que la cuidamos. ¡No perdamos la esperanza en Dios, porque un pueblo que cree en Dios nunca muere! Un pueblo que cree en los santos siempre subsiste, por muy adversos que sean los tiempos.

El segundo pensamiento está relacionado con nuestra esperanza, la de todos, de que nuestro país habrá de cambiar para bien. La Iglesia nos insiste en una gran verdad que quisiera que todos retuviéramos en la raíz de nuestro corazón. Mi país, Rumanía, cambiará para bien, si yo mismo cambio para bien. Usualmente esperamos que sean los demás los que den el primer paso y cambien. ¿Por qué? Porque nos creemos justos, correctos. ¡Cómo se nos olvida ver la viga que hay en nuestro ojo, nuestros propios pecados, para fijarnos todo el tiempo en la paja que nuestro hermano tiene en el suyo! En general, todos solemos decir: “El mal está en el otro, el infierno es el otro”. Esa superioridad en nuestra relación con los demás es un factor que nos destruye a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Ayudemos a que nuestro país cambie, cambiando nosotros primero, partiendo desde lo que hay en nuestro interior, reconociendo tanto los pecados que hay en nosotros como la imagen de Dios que hay en cada uno de nuestros semejantes.

Y el tercer pensamiento. Aquellas palabras del Santo Apóstol Pablo sigen resonando a través del tiempo: “¡Ensanchad también vuestros corazones, hermanos!”. ¿Para qué ensanchar nuestro corazón? Para que Dios quepa en él. Y, con Él, todos los enfermos y desesperanzados de este mundo. ¿Y cómo podemos realizar este inmenso misterio del ensanchamiento de nuestro corazón? En el misterio de la oración, porque la oración se transforma en una onda de bendición que parte de nosotros y llega hasta los confines del mundo. Nuestra oración, como onda de bendición, llega hasta los hospitales, hasta las manos de los médicos, quienes actualmente están llamados a responder al clamor de tantos hermanos y hermanas que yacen en un lecho de dolor. Entonces, esperanza en Dios, ensanchamiento del corazón, y, con la esperanza redentora en la Providencia del Altísimo, volvamos a nuestros hogares, testificando antes nuestros seres queridos lo hermosa que ha sido esta fiesta de Santa Parascheva. ¡Qué anfitriona tan maravillosa ha sido Santa Parascheva, como cada año, desde hace casi cuatro siglos, aquí, en Iași! Para terminar, expresándoles nuestra gratitud por todo, les pido que entonemos a una voz: “¡Salva, Señor, a tu pueblo…!”». 

(Fragmento de la prédica de S.A.E. Teófano, en la fiesta de la Santa y Piadosa Parascheva, Iași, 2021)