Palabras de espiritualidad

Actualmente, muchas personas habitan el mismo edificio y ni siquiera se conocen

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No hace mucho tiempo las casas tenían patios, espacios que ayudaban a los vecinos a conocerse entre ellos, cosa que facilitaba que se ayudaran en caso de necesidad.

Actualmente, muchas personas habitan el mismo edificio y ni siquiera se conocen entre ellos. No hace mucho tiempo las casas tenían patios, espacios que ayudaban a los vecinos a conocerse entre ellos, cosa que facilitaba que se ayudaran en caso de necesidad. Supongamos que alguno salía en carreta para algún sitio y se encontraba en el camino con algún conocido, “¿De dónde vienes?”, “¿A dónde vas?”, le preguntaba, “A tal parte voy también yo. Súbete, vámonos juntos”. Otro, si tenía que ir a caballo a determinado sitio, le preguntaba a su vecino antes de ir, “¿A dónde tienes que ir? Si puedes esperar, en unas tres horas salgo yo también y puedo llevarte”. O, “Mañana voy a ir a tal sitio. Quédate a dormir en mi casa, para que podamos partir juntos temprano en la mañana”. Todos pensaban en los demás y, entonces cuando podían ayudarse en algo, no dudaban en hacerlo. Tenían esa buena curiosidad y preguntaban todo, con tal de ayudarse en todos los casos. Tenían amigos incluso en otras aldeas.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, vol.2: Trezire duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Ed. a 2-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 129-130)



 

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