Afinando el oído de nuestra vida espiritual
Dirige la atención de tu oído a lo profundo de tu corazón y notarás lo que estás cantando, porque el alma que ha sido raptada por el amor verdadero no puede volver atrás. Como dice el profeta David: “Me abrazo a Ti con toda el alma” (Salmos 62, 8).
Si quieres conocer la verdad, imita el ejemplo del guitarrista. Este, inclinando su cabeza hacia el instrumento, aguza el oído y mueve la púa con la mano. Así, gracias a la oscilación y la vibración de las cuerdas, la guitarra emite su dulce sonido, y el intérprete se llena de alegría.
Hijo, sigue este ejemplo y no vaciles. Haz como el guitarrista: dirige la atención de tu oído a lo profundo de tu corazón y notarás lo que estás cantando, porque el alma que ha sido raptada por el amor verdadero no puede volver atrás. Como dice el profeta David: “Me abrazo a Ti con toda el alma” (Salmos 62, 8).
En este caso, amado hijo, la guitarra es tu corazón; las cuerdas, tu sensibilidad, y la púa es la mente que toca y mueve con destreza el sentido con el recuerdo de Dios. Este movimiento produce en el alma un placer inefable y la mente pura hace que se muestren los rayos divinos.
Si no cerramos los sentidos de nuestro cuerpo, no brotará en nosotros el agua que el Señor le prometió a la mujer samaritana. Porque, pidiendo el agua material, esta encontró en su interior el agua vivificadora (Juan 4, 14). Y es que, tal como la tierra tiene agua y al mismo tiempo esta brota de ella, así también la tierra del corazón es poseedora de esta agua que brota y da vida. Es como una luz paternal que Adán perdió con su desobediencia.
(Traducido de: Calist Patriarhul, Capete despre rugăciune, în Filocalia VIII, Editura Humanitas, București, 2002, pp. 215-216)