Algunas ideas sobre la vida espiritual
En las cosas pequeñas, en nuestras acciones más insignificantes, tratemos de tener siempre la misma actitud interior: “Rechazo hacer la voluntad de mi sangre ‘caída’. Lo que quiero es que en mis venas corra la vida de Dios Mismo”.
Los hombres, por sí mismos, no pueden entender cuándo pecan y cuándo no. Solamente el Señor y el Espíritu Santo lo pueden hacer evidente. En el Paraíso, cuando Dios habló con Adán, este rechazó ser condenado: “Fuiste Tú quien me dio esta mujer… ella me dio el fruto para que lo comiera”. ¡No busquemos condenar a Dios!
En las cosas pequeñas, en nuestras acciones más insignificantes, tratemos de tener siempre la misma actitud interior: “Rechazo hacer la voluntad de mi sangre ‘caída’. Lo que quiero es que en mis venas corra la vida de Dios Mismo”.
Si Dios está en mí, reconozco que todas mis faltas son culpa mía, no Suya. Si mantengo esta actitud, Dios me dará el espíritu del arrepentimiento.
Cuando vemos a Cristo tal como es, comenzamos a vernos a nosotros mismos también, a darnos cuenta de nuestro terrible estado de pecadores y a llorar por haber llegado a tal degradación. En la misma medida de nuestra contrición, aparece en nosotros el amor por el mundo entero. Cesa toda división. Y todos nos hacemos uno en Cristo.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Din viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, p. 25)