Ama a todos sin preguntarte si son dignos o no de ese amor
No puedes relacionarte con Cristo y, al mismo tiempo, tener una mala relación con los demás.
El anciano Porfirio vivía en comunión con Dios, en la Persona de Cristo. Por eso, era por excelencia un hombre de Iglesia.
“Cristo es la Iglesia y la Iglesia es Cristo; nosotros somos, entonces, miembros de Su Cuerpo. Cuando amas a Cristo, amas, al mismo tiempo, a todos los hombres, sin preguntarte si son dignos o no de ser amados o si aceptarán o rechazarán ese amor. Cuando quieras encontrarte con Cristo, lo encontrarás en la Iglesia, porque allí toda la humanidad se encuentra unida a Dios, en la Persona de Cristo. No puedes relacionarte con Cristo y, al mismo tiempo, tener una mala relación con los demás.”
Todo esto nos lo decía el anciano, con serenidad, amabilidad y optimismo. Nos enseñaba, con su propio ejemplo de vida, que nuestro amor por Cristo debe pasar por el amor al prójimo:
“Nuestra salvación, el Reino de los Cielos, el Paraíso... todo está en Cristo Mismo, es decir, en la Iglesia.”
(Traducido de: Părintele Porfirie Kafsokalivitul, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, p. 33)