Aprendamos a amar, pero no pidamos ser amados
Amémoslos a todos y sacrifiquemos todo lo que podamos por nuestros hermanos en Cristo, desinteresadamente, sin esperar, a cambio, sus elogios o amor.
No debemos elogiar o lisonjear a nuestros semejantes, sino que debemos guiarlos a la humildad y al amor a Dios. No busquemos ser amados, elogiando a los otros. Aprendamos a amar, sin esperar ser amados. Amémoslos a todos y sacrifiquemos todo lo que podamos por nuestros hermanos en Cristo, desinteresadamente, sin esperar, a cambio, sus elogios o amor. Ellos harán lo que Dios les diga. Si son cristianos también, daremos gracias a Dios por habernos encontrado y haberlos podido ayudar con nuestras acciones o palabras.
Aconsejemos lo mismo a los niños, en la escuela. Esta es la verdad. De lo contrario, crecerán como unos inadaptados. Actualmente vemos que no saben a dónde ir o qué hacer; esto es culpa nuestra, por haberlos educado así. No los hemos guiado a la verdad, a la humildad, al amor de Dios, sino que los hemos hecho egoístas... ¡y ahora vemos los frutos de nuestra indolencia!
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 346-347)