Palabras de espiritualidad

Aprendamos a controlar los impulsos de la ira

  • Foto: Oana Nechifor

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Quien sabe controlar su ira, también sabe abstenerse con facilidad de cualquier otra vileza.

El hombre preso de la ira está ciego y perturbado. No se da cuenta de lo que dice y hace. A menudo, después de una crisis de ira, se arrepiente amargamente por las cosas que ha dicho y hecho. La ira indómita turba la mente, intranquiliza el alma, destruye la razón, aleja el Espíritu de Dios y deja al hombre solo en garras del demonio. Por el contrario, quien sabe controlar su ira, también sabe abstenerse con facilidad de cualquier otra vileza.

Así pues, si alguna vez te enfureces contra alguien, no digas nada. Cállate y vete de aquel lugar; no permitas que salga de ti la llama de la ira, que te abrasará a ti y también a quienes te rodean. Y, cuando tu corazón se tranquilice, podrás decir, si es necesario, dos o tres palabras de amor y bien. Una palabra reconciliadora y suave, es más provechosa y convincente que otras mil pronunciadas con ira y vehemencia, aunque sean justas.

(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Abecedar duhovnicesc, Editura Egumenița, p. 70-71)