Hay tres maneras de honrar a Dios: la primera es no pecar, la segunda es que el que ha pecado sepa soportar las angustias que le sobrevengan, y la tercera consiste en que, quien no sea capaz de soportar pacientemente la tribulación, llore por su falta de paciencia. Por lo tanto, si no somos capaces de enmendarnos con los pesares que justamente vienen a nosotros, será necesario que enfrentemos el juicio divino. Pero si Dios ve el llanto de nuestro corazón contrito, con Su Gracia todopoderosa purificará, como solo Él sabe hacerlo, todas nuestras faltas.

(Traducido de: Sfântul Marcu Pusnicul, Scrieri, Editura Egumenița, Galați, pp. 116-117)