Asistiendo a la Iglesia, tu vida se acerca más fácilmente a Dios
En verdad, sólo con entrar en la Iglesia sentirás ya que tu mente te llama a la oración. Todo allí sigue un orden determinado y se ejecuta de tal manera que nos invita y nos ayuda a orar. Por esto, si quieres encender en tu corazón el fuego de la oración, deberás asistir más frecuentemente a la Iglesia de Dios.
“Mi casa es casa de oración”.
En verdad, sólo con entrar en la Iglesia empezarás a sentir ya que tu mente te llama a la oración. Todo allí sigue un orden determinado y se ejecuta de tal manera que nos invita y nos ayuda a orar. Por esto, si quieres encender en tu corazón el fuego de la oración, deberás asistir más frecuentemente a la Iglesia de Dios. En casa es difícil orar como lo harías en la Iglesia. Si hay quienes pueden orar fervientemente en casa... ¡entonces imaginemos el fervor de la oración que se hace en la Iglesia!
No obstante, al estar en la Iglesia, que no sea sólo con el cuerpo, sino especialmente con el espíritu. En la Iglesia encontrarás la paz y, pensando sólo en Dios, pon frente a Él tu alma. Destierra todo ensueño, no te dejes atrapar por las preocupaciones terrenales y mantén en tu mente una sóla cosa: el trabajo de la oración. Levanta tu alma adormecida y libérala con la contemplación de lo divino. Si hay algo en tu alma, purifícalo con tu arrepentimiento y con la promesa de corregirte. Si tu consciencia no se contenta con esto, adiciónale la renuncia a tí mismo y las obras del amor.
Estando en la Iglesia, prepárate también para todo el tiempo que estarás fuera de ella, para que tu mente no se aleje del Señor, sino que lo puedas mantener siempre frente a tí, para que tus pasos no se alejen del camino correcto, haciéndote andar por donde no es debido.
Si haces todo esto, cuando asistas a la Iglesia te será más fácil permanecer en ella así como has sido llamado a hacerlo y ése tiempo que, devotamente, transcurrirás allí, te ayudará a recordarte permanentemente de Dios cuando estés afuera... Así, tu permanencia en el Señor se hará cada vez algo más elevado y más significativo... ¿Qué más podrías pedir?
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 228-229)