Ayudándonos para que Dios nos ayude
Hay cosas que el hombre mismo debe hacer, para que después venga Dios y le ayude.
Padre, cada día digo: “A partir de mañana cambiaré y enmendaré mi forma de vida”, pero luego vuelvo a caer en los mismos errores.
—Pon primero a Dios. Así, repite: “Con la ayuda del poder de Dios, intentaré enmendarme”, para que Él te ayude en tu cometido. El hecho que quieras corregirte significa que aceptas Su auxilio. Pídele, pues, que te ayude, y Él dirigirá Su mirada a ti. Si a esto le agregas un poco de esfuerzo de parte tuya, verás cómo empiezas a avanzar. ¿Quién, viendo a un pequeño niño intentando mover una piedra grande con sus manitas, no correría a ayudarle, incapaz de verle sufrir? Lo mismo hace Dios cuando ve tu pequeño esfuerzo: te ayuda a vencer.
Algunos, aunque no hacen nada para corregirse, dicen: “¡Oh, Cristo mío, tengo tantos vicios! Sólo Tú puedes ayudarme... ¡Quítamelos!”. ¿Cómo podría Dios ayudar a alguien así? Para que Dios ayude al hombre, este debe esforzarse, claro está, en la medida de sus propias capacidades. Es decir, hay cosas que el hombre mismo debe hacer, para que después venga Dios y le ayude. En ningún caso será ayudado, si él no quiere ayudarse a sí mismo.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Ed. Evanghelismos, București, 2007, p. 30)