Bienaventurados los misericordiosos
Cuando el hombre sabe y siente que se ha resuelto el problema de su alma, el mismo Espíritu de Dios, Quien a partir de ahora mora en él, le exhorta a ocuparse también de su semejante y apiadarse de él.
Cuando el hombre sabe y siente que se ha resuelto el problema de su alma, el mismo Espíritu de Dios, Quien a partir de ahora mora en él, le exhorta a ocuparse también de su semejante y apiadarse de él, ayudándole material y/o espiritualmente. Las cosas materiales son esas de las que el Señor dice: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis”, etc. En lo que respecta a las cosas espirituales, el individuo analiza qué posibilidades tiene, qué preparación, qué experiencia y qué don ha recibido de Dios, para formar a los otros en el camino a la salvación.
(Traducido de: Monahul Filoteu Bălan, Mărturisirea unui creștin - Părintele Marcu de la Sihăstria, 2007, p.132)