Breve relato de otro milagro de San Nicéforo el Leproso
‟Hijo mío, no entres a la celda sin antes abrir bien la puerta y la ventana desde afuera, para que se ventile bien”.
El monje Eumenio relata cómo, una noche, varios años después de la muerte del padre Nicéforo, debido a que su celda estaba infestada de mosquitos y otros insectos, pensó que sería conveniente cerrar la puerta y la ventana, y verter sobre el suelo una botella completa de insecticida, para que el olor matara a todos aquellos molestos intrusos. Así lo hizo, y después se tendió para dormir un poco.
Y no se habría despertado jamás, si no se le hubiera aparecido el padre Nicéforo, quien lo sacudió suavemente para desadormecerlo, lo tomó de la mano y lo sacó de la celda. Antes de que Eumenio se diera cuenta de lo que estaba pasando, el padre Nicéforo le dijo: ‟Hijo mío, no entres a la celda sin antes abrir bien la puerta y la ventana desde afuera, para que se ventile bien”.
Dicho esto, San Nicéforo desapareció. Luego de unos minutos, Eumenio espabiló y entendió lo que acababa de suceder, agradeciéndole con todo el corazón a su querido padre espiritual por haberlo salvado de una muerte segura.
(Traducido de: Simon Monahul, Sfântul Nichifor Leprosul, Făcătorul de minuni, Editura Iona, București, 2017)