Características de la primera forma de oración
El corazón podría empezar a envanecerse y, sin darse cuenta, podría parecerle que todo lo que le ocurre es de la Gracia enviada por Dios para consolarle.
Cuando el hombre quiere orar, alza sus manos y sus ojos al cielo, pensando en todo lo divino. en las bondades celestiales y en las legiones de ángeles y santos; en una palabra, se concentra en todo lo que ha escuchado o leído en las Santas Escrituras. En todo esto piensa al orar, exhortando su alma a la añoranza divina. Y a veces también derrama lágrimas.
No obstante, con esto su corazón podría empezar a envanecerse y, sin darse cuenta, podría parecerle que todo lo que le ocurre es de la Gracia enviada por Dios para consolarle. Y podría empezar a desear experimentar siempre semejante estado. Pero todo esto son señales del engaño. Porque el bien no es bueno si no es realizado por los medios correctos. El hombre que busque semejante forma de oración, se hallará en peligro de caer en el engaño. Y aunque no sufra ningún mal, nunca podrá obtener la virtud ni librarse de sus pasiones. De esta forma han sido embaucados aquellos que han visto luces con sus ojos, han sentido olores especiales o han oído voces. Algunos de ellos hasta han sido poseídos, y se les ha visto deambular de un lado a otro como si estuvieran locos. Otros han creído en el demonio, que a veces se viste como un ángel de luz, y lo han recibido y han sido engañados por él, quedándose toda su vida sin enmendarse, desatendiendo cualquier consejo por parte de los demás. Otros han caído tan cruelmente en las trampas del maligno, que han llegado al punto de quitarse la vida, ahorcándose o arrojándose a algún precipicio.
Pero... ¿quién podría prevenirnos de todas las artimañas del maligno? De todo lo mencionado arriba, cualquier persona con sentido común entenderá cuánto perjuicio puede provocar al alma esa forma de oración. Y si ocurre que el individuo, aún orando así, no caiga en el engaño o no tenga un final tan terrible como el mencionado, es gracias a sus hermanos, que le sostienen. Sin embargo, nunca podrá avanzar espiritualmente.
(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Miezul înțelepciunii Părinților, Editura Egumenița, Galați, p. 78-79)