¡Claro que es posible pensar en Dios todo el tiempo!
¿Cómo es posible que, aun entre todas nuestras preocupaciones terrenales y nuestra agitación de cada día, logremos invocar incesantemente el Nombre de Dios?
La constante invocación de Dios nos hará blandos como setas, obedientes a la Gracia de Dios. Pero ¿cómo es posible que, aun entre todas nuestras preocupaciones terrenales y nuestra agitación de cada día, logremos invocar incesantemente el Nombre de Dios? ¡Es posible! ¿Cómo? Si, al trabajar o incluso al orar, muchas veces nos llenamos la cabeza de toda clase de ideas pecaminosas, ¿cómo no habría de ser posible pensar en Dios? Solamente debemos cambiar el objetivo de nuestros pensamientos.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 23)