¡Como arma contra el maligno nos diste Tu Cruz, Señor!
“Has dado una señal a tus leales para que puedan escapar delante del arquero” (Salmo 59, 4).
Todo cristiano que es un verdadero hijo de la Iglesia ortodoxa de Cristo y que vive con piedad y temor de Dios, cuando comienza una oración o al terminarla; al iniciar la lectura de algún libro sagrado; al comenzar y al terminar de trabajar; al partir de viaje y al regresar; cuando se siente alterado por algún temor, por alguna mala noticia o por los malos pensamientos; cuando se levanta y cuando se acuesta; y cuando se sienta a la mesa y también cuando se levanta de ella, inmediatamente se hace la Señal de la Cruz, recordando el poder incomparable de Aquel que santificó la Cruz con Su Purísima y Preciosísima Sangre y nos la dejó como un arma invencible contra el demonio, y como una señal divina dada a nosotros, tal como está escrito: “Has dado una señal a tus leales para que puedan escapar delante del arquero” (Salmo 59, 4)
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 271)