Palabras de espiritualidad

¿Cómo describir lo terrible de perder a Dios?

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

La noción de pecado es posible sólo ahí en donde Dios es visto como una Hipóstasis Absoluta.

La pesadumbre que nos provoca el solo hecho de pensar en volver a la oscura fosa en que nos hallábamos antes de que Dios viniera a nosotros, enardece el deseo de purificarnos de todo lo que pudiera impedir que el Espíritu de Dios habite en nosotros para siempre. Ese pesar es tan grande, que genera un arrepentimiento total.

La contrición no viene fácilmente al hombre carnal; ninguno de nosotros podría entender completamente el problema del pecado, que se nos revela solamente por medio de Cristo y el Espíritu Santo. La venida del Espíritu Santo es un acontecimiento de importancia suprema.

El hombre caído se encuentra con el Dios Santísimo. La noción de pecado es posible sólo ahí en donde Dios es visto como una Hipóstasis Absoluta. Y el arrepentimiento por el pecado es posible y adecuado solamente ahí en donde hay una relación personal. ¿Qué significa esto? El encuentro con un Dios Personal. El hombre pecador siente, al mismo tiempo, temor y exaltación. Se trata de un nuevo nacimiento desde lo Alto. Una maravillosa flor se abre en nuestro interior: la hipóstasis-persona. Como ocurre con el Reino de Dios, la persona “no viene de forma visible” (Lucas 17, 20). El proceso por el cual la mente humana entra en la esfera de la Eternidad Divina difiere para cada uno de nosotros. El alma llega a conocerse a sí misma, en primer lugar, presentándose ante Dios. Y el hecho que tal oración es un don de Dios, orando en nosotros, nos demuestra que la persona nace de lo Alto y, como tal, no está sometida a las leyes de la naturaleza…

(Traducido de: Arhim. Sofronie Saharov, Rugăciunea – experiența Vieții Veșnice, Editura Deisis, p. 49)