Palabras de espiritualidad

Cómo es percibida la Ortodoxia en el mundo occidental

  • Foto: Maria Burla

    Foto: Maria Burla

Translation and adaptation:

Tristemente, muchos jóvenes que se despiertan a una búsqueda espiritual, se orientan hacia diversas corrientes de espiritualidad que no son cristianas.

Padre ¿puede decirnos algo de la forma en que la Ortodoxia es vista en el mundo occidental, especialmente por parte de los jóvenes?

—La Ortodoxia, creo, comenzó a ser conocida de mejor manera a comienzos de los años cincuenta. Antes, se trataba solamente de inmigrantes provenientes de los países del Este, que vivían en comunidades más o menos cerradas. No obstante, desde entonces la situación ha ido evolucioando, y ahora hay un gran interés por la Ortodoxia, especialmente como alimento espiritual. Esto significa que hay muchas personas que se nutren de la espiritualidad ortodoxa, pero no todos se convierten a la Ortodoxia. Lo que atrae a muchos es el descubrimiento del ícono, que vino principalmente con los inmigrantes rusos y, de igual forma, la “Oración de Jesús”. A esto hay que agregar que la “Filocalia” ya fue traducida íntegramente al francés y al italiano; también hay ya algunas partes en alemán, y en inglés contamos ya con la mitad.

Anteriormente les he hablado de San Siluano, del Monte Athos. También él es muy conocido en los países occidentales. No quiero que lo tomen como una ocurrencia mía, pero ya fue publicada una hagiografía de San Siluano con imágenes, como para niños. Así, cuando abres el libro y ves las imágenes, sientes un legítimo deseo de seguir su ejemplo.

A un nivel un poco más serio, los textos de San Siluano y la introducción del padre Sofronio, han sido traducidos ya a muchos idiomas occidentales. Sé que actualmente se está preparando una versión en español, otra en sueco y probablemente también una en rumano.

En nuestro monasterio yo vivo como en una isla que está situada en otra isla (Inglaterra). No conozco muy bien la situación de la juventud, pero creo que hay una gran crisis; los jóvenes que vienen a nuestro monasterio —muchos de ellos estudiantes universitarios, otros en los últimos años de la escuela—, nos dicen que prácticamente son los únicos cristianos de la clase. Entonces, sí que hay una crisis muy seria, pero, al mismo tiempo, hay también una búsqueda muy profunda, que llega al mismo centro, al corazón y la fuente de nuestra fe cristiana. Tristemente, muchos jóvenes que se despiertan a una búsqueda espiritual, se orientan hacia diversas corrientes de espiritualidad que no son cristianas. Hay una gran ola de prácticas como el yoga, el budismo y toda clase de espiritualidades. En principio, estas pueden despertar y después provocar un regreso a la fe cristiana.

Obispo Serafín: —También aquí sucede lo mismo. Muchas personas me han contado que han empezado a practicar el yoga, para después volver a la Iglesia. Pero esto no significa que estemos exhortando a alguien a practicar primero el yoga, para después encontrar a Cristo. Esto ocurre con muchos que no encuentran la Iglesia desde el principio. Así, siendo adeptos de cosas como el yoga o cualquier otra espiritualidad, se despiertan y, en un momento dado, Dios los espabila, hasta que vuelven… Al menos, algunos de ellos. Recientemente, el padre director del Seminario Neamţ me contó que conoció a una mujer que fue practicante de yoga durante mucho tiempo, habiendo alcanzado el grado de maestra. Según sus propias palabras, era capaz de sanar a quienes padecían de ciertas enfermedades, y podía conocer el futuro. Sin embargo, en un momento dado, empezó a cuestionarse si se hallaba en el camino correcto, o si se había extraviado. “¿Dios está conmigo? ¿Y si no es así?”. Y así, espontáneamente, empezó a orar con sinceridad, desde lo profundo del corazón: “Señor, si estoy en el camino equivocado, te pido que me saques de él y me enseñes la verdad”. Y, por haber orado con tanta sinceridad y fervor, Dios le mostró que estaba en el camino errado. A partir de ese momento, aquel “don de sanación” se desvaneció, al igual que la clarividencia. Esto nos demuestra que dichos “dones” no eran cosa de Dios, sino del demonio, que siempre intenta llevar al hombre a la perdición.

(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a 4-a, Editura Anastasia, 2004, pp. 188-189)